Los falsos moralismos y la tentación


"La más frágil de las fragilidades es la virtud que no ha pasado por la prueba de fuego."


"El hombre que corrompió a Hadleyburg" del estadounidense Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain, es una novela corta, como para leer mientras se hace fila en el banco. De hecho, este fue el motivo por el cual pude disfrutar de este entretenido relato.



Transcribo un resúmen para mejor ilustración sobre su contenido:


"Los habitantes de Hadleyburg presumen de su honradez como única en su país pero, a cambio, son avaros, desconfiados y antipáticos. Un desprevenido forastero, inocente depositario de tan odiosas cualidades decide en venganza por el tratamiento recibido, y con el fin de desenmascarar la doble moral y falsa virtud del pueblo, tender una trampa: deja un saco repleto de monedas de oro como recompensa a un presunto buen hombre que hace mucho ayudara a un pobre diablo. En el saco hay una nota que, a manera de testamento, contiene en sobre cerrado las palabras claves que sólo conoce quien las pronunció en tan insólita ocasión y que identifica al beneficiario del dinero. Al interior de las más reconocidas familias la tentación cunde, las perversas mentes maquinan y la virtud se desmorona en el intento de engañar a todo el mundo y obtener tan anhelada recompensa."


Siempre estamos prestos a señalar a cualquier persona que ose quebrantar los parámetros de las normas morales establecidas en nuestra sociedad, pero, cuando lo hacemos no advertimos que al mismo tiempo tres de nuestros dedos nos apuntan. Es fácil observar las situaciones desde un punto neutral (libre de apasionamientos) y calificarlas de buenas o malas, bonitas o feas, justas o injustas, morales o inmorales. Sin embargo, al llegarnos el turno de estar inmersos en coyuntura tal, la razón no alcanza a atemperar la efervescencia de la sangre en las venas, ni a encausar el "desviado" curso del libre albedrío. Para probar mis afirmaciones, solo bastará poner en frente de mojigatos y remilgados una gran bolsa testa con monedas de oro para así ver si no caen en su deliciosa tentación.


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